En el marco de la celebración del bicentenario de la restauración de la Compañía de Jesús, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid) acogerá mañana la presentación del libro El clasicismo en la época de Pedro José Márquez (1741-1820). Arqueología, filología, historia, música y teoría arquitectónica, coordinado por Óscar Flores Flores. El volumen se presentará asimismo el jueves, día 16, en la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis (Zaragoza) y el día 22 en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos (Valencia).

Publicado por el Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la obra está dividida en seis capítulos (que corresponden al programa del coloquio homónimo efectuado en la Real Academia de San Fernando en octubre de 2009) y uno más dedicado al tema de la música, cuyo estudio desempeñó un papel fundamental en las actividades intelectuales de los jesuitas expulsos. Consta de 32 artículos, 25 de los cuales se expusieron como ponencias durante las sesiones del mencionado coloquio.

Pedro José Márquez nació en Rincón de León (Guanajuato, México), en 1741. Fue uno de los jesuitas mexicanos expulsados en 1767 por la Pragmática sanción… de Carlos III. Establecido en Roma, se dedicó a una intensa actividad intelectual para dar a conocer en Europa la historia antigua de México y de ese modo reivindicar a su patria. Publicó ocho obras en italiano y una en español sobre temas relacionados con la astronomía, la arqueología, la historia y el arte de la Antigüedad clásica y del México prehispánico. Por sus aportaciones al estudio de las antigüedades, fue nombrado socio honorario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, y mantuvo estrechos vínculos con la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. En Italia, formó parte de las academias de Bellas Artes de Bolonia, de Florencia y de la arqueológica de Roma. Con el restablecimiento de la orden, en 1814, regresó a la Nueva España en 1816 y fue nombrado rector del Colegio de San Pedro y San Pablo en la Ciudad de México, localidad en la que falleció en 1820.