Hace hoy 80 años, el 3 de septiembre de 1939, llegaban a Valparaíso (Chile) a bordo del Winnipeg más de 2.000 refugiados españoles que habían zarpado del puerto francés de Pauillac el 4 de agosto de ese mismo año.

Tras la victoria del bando golpista en la Guerra Civil, muchos españoles se vieron obligados a emigrar rumbo a otras tierras en busca de asilo y refugio. Uno de los países de acogida fue Chile, cuyo presidente, Pedro Aguirre Cerda, líder del Frente Popular, designó cónsul delegado para la inmigración española en París al poeta Pablo Neruda, quien gestionó la organización y ejecución del traslado de miles de españoles prisioneros en los campos de concentración del sur de Francia.

Entre las personas que llegaron a Chile a bordo del Winnipeg se encontraba José Balmes, un niño de nueve años que, con el tiempo, se convertiría en un reputado artista, Premio Nacional de Artes Plásticas 1999. Balmes mostró así su agradecimiento al autor de Canto general: «Nunca jamás, ni siquiera al final de mi vida, voy a hacer lo suficiente por agradecer el hecho de estar en este país y de ser ciudadano chileno, gracias justamente a Pablo Neruda. Como alguien dijo alguna vez: ‘Las deudas de amor no se terminan de pagar nunca’, y esta es una gran deuda que yo tengo con él todavía».​