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Armando Alberola analiza la realidad climática del País Valenciano durante la Edad Moderna

Armando Alberola Romá, catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Alicante, vocal del Patronato de la Fundación Española de Historia Moderna y director de nuestro espacio sobre el marino y científico Jorge Juan, publica Quan la pluja no sap ploure. Sequeres i riuades al País Valencià en l’edat moderna.

El libro, editado por Publicacions de la Universitat de València, se organiza en cuatro capítulos en los que se pasa revista a la realidad climática del País Valenciano durante la Edad Moderna y sus «efectos colaterales» sobre la sociedad, la economía, la sanidad, la religiosidad popular o la ordenación del territorio. El profesor Alberola analiza en primer lugar la grave contrariedad que supuso la alternancia entre escasez y abundancia hídrica durante el siglo XVIII en el País Valenciano.

La carencia y el exceso de agua constituyen la temática del capítulo segundo y nos introducen de lleno en el objeto central del libro. La sequía es analizada desde diferentes ópticas, pero siempre como un problema inherente al medio que se ha intentando resolver a lo largo de la historia de muy diferentes maneras.

En el capítulo tercero se ofrece un ejemplo paradigmático de lo que las tormentas otoñales, históricamente tan desmedidas en su intensidad y duración, podían deparar; en este caso a la ciudad de Valencia y en un año concreto del siglo. La riada dejó honda huella en la ciudad y sus aledaños, y sus responsables políticos, temerosos de que pudiera repetirse una situación análoga, la tuvieron desde entonces muy presente a la hora de arbitrar medidas para afrontarla con garantías llegado el caso, tal y como sucedió en el otoño de 1783.

El último capítulo se extiende, cronológicamente hablando, desde la segunda parte del reinado de Carlos III hasta las vísperas de la guerra de la Independencia. Un período enormemente complejo en lo climático, en lo económico y en lo político. Finalmente, el libro se centra en el presente, con un otoño de 2009 rico en lluvias torrenciales a lo largo y ancho del País Valenciano, y concluye que, si la lluvia nunca va a aprender a llover en esta zona, seamos nosotros quienes debamos aprender a asumir la dimensión del problema.

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