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«Todos los libros en la palma de la mano»

Como ventajas del ereader se destacan principalmente su gran capacidad de almacenamiento de obras («Tengo todos los libros en la palma de la mano, llevo los artículos, la prensa, y me cabe en un bolsillo», resumía desde Salamanca uno de los encuestados) y su portabilidad, lo que lo hacen especialmente valioso para paliar problemas de espacio en los hogares y a la hora de viajar, incluso en los transportes públicos (en cuyo caso se incide sobre el fácil manejo «con una sola mano»). Se subraya asimismo la posibilidad de ajustar el tamaño de la letra a las necesidades visuales de cada usuario y la de realizar búsquedas de términos en las obras.

Otro punto a favor del dispositivo es la posibilidad de contar con diccionarios de apoyo y de consultar documentos realizados por el propio usuario, además de poder disponer de novedades editoriales de otros países y en otras lenguas antes de que se traduzcan al propio idioma y se publiquen en el país del usuario. Finalmente, son varios los encuestados que resaltan cuestiones «ecológicas», como la reducción del consumo de papel o su mínimo consumo de energía.

Frente a estos pros, los usuarios señalan como inconvenientes del ereader su fragilidad (especialmente la de su pantalla) y la lentitud en el cambio de página. Se quejan también del precio elevado tanto de aparatos como de contenidos, así como de la poca oferta de estos últimos, sobre todo en lo que se refiere a novedades editoriales y libros en castellano.

Otros defectos que encuentran son la falta de color (especialmente para la lectura de cómics y otras obras con elementos gráficos), la dificultad para subrayar y anotar en los márgenes, el tamaño (pequeño) de la pantalla, que no sean táctiles y que no haya un formato de contenidos universal: el 60’1% prefiere el ePub, seguido a cierta distancia por el PDF (casi 16%) y el FB2 (14’1%); un 65’5% cree que la calidad del ePub es buena, mientras que un 30’7% la estima regular.

Los defectos de edición de las obras (erratas, fallos en la maquetación, malas traducciones…) son también motivo de descontento y, por supuesto, no faltan quienes añoran en el ereader la «magia» o el «fetichismo» del libro impreso, su tacto, su olor, su sonido…, incluso la imposibilidad de dedicar los ebooks de forma personalizada.

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